Almagro Castilla-La Mancha
Hoy nos vamos a Almagro en Castilla-La Mancha, provincia de Ciudad Real.
¿Qué tienen para comer? Preguntaba un viajero, un día, a la barra de un mesón, tras cuatro horas de viaje por carretera. El mesonero, rostro aguileño aunque crecía hacia las orejas, pómulos rojizos y sonrisa en el semblante, le contestó: Un conejo al ajillo…¿le valdríee?
Era una “a” que sonaba como la “e”. Él, quiso decir ¿… le valdría? Solo su afán de quedar bien con el transeúnte, le hizo enfatizar el final de la palabra, de tal manera que sonó como aquí se explica. Y, casi, a las cuatro de la tarde que marcaba cualquier reloj, resultaba de agradecer semejante propuesta.
Estupendo –contestó el recién llegado- ¿Dónde me puedo sentar?
El mesonero le miró acentuando una expresión entre risueña y pícara: ¡Caramba –dijo- en una silla de éstas!
Ambos rieron la ocurrencia, y distendieron en buena lid del juego de ingenio y palabras. Hecho suficiente para que se desencadenara la empatía entre los dos personajes, que forjaron la amistad que hoy cuenta los años por dos décadas.
Muestra y testigo de la hospitalidad del pueblo de Almagro. Castizo, asentado y hogareño, que vuelca a sus gentes en cualquier tarde, apenas se oculta el sol, para hacer “rosarios” de mesón a taberna. Irremediablemente, haga frío o calor. En cada sitio ponen “pinchos” variados y de exquisita textura, con cada vino, cerveza o refresco, y no es cuestión de dejarlos para otro día.
Además, en lo tocante a gastronomía, hacen unas perdices en escabeche que quitan el hipo. Y berenjenas, también. Son conserveros nobles, que se podría decir. Sus quesos…¡son de Castilla! Las chuletillas de cordero… ¡es el cordero de Castilla! Y tienen, allí mismo una de las comarcas vinateras más famosas de nuestra geografía: Valdepeñas.
Almagro está pleno de historia, que parece no importarle por la sencillez de sus gentes. Rancio abolengo de pueblo, pueblo castizo, que llegó a testigo del esplendor del Imperio Romano, para convertirse en observador de su decadencia. Paquete histórico suficiente, que la coloca en firme candidata a formar parte del Patrimonio de la Humanidad.
Por ventura la propia herencia, que la convierte ahora en referente de candilejas y magníficas interpretaciones, cuyo título se traduce en Corral de la Comedia. Espacio que aún se conserva activo, tal y como hacía cuatrocientos años atrás. La Plaza Mayor de Almagro, es su protagonista principal sin discusión.
Si el siglo XVIII la convierte en el Mesón de la Fruta, por desgraciadas prohibiciones de corrales y otras historias, el XIX la devuelve como Posada de las Comedias. Teatro, en fin, que no perece por mucho que le castiguen.
Almagro se aposenta en el campo de Calatrava, cuna de nobles caballeros de una orden que un rey otorgo, por sus servicios a la Reconquista. Lo que vuelve a hablar del moro, como se decía en aquel tiempo, que hoy suena mejor musulmán. Una vez más aparece la cultura árabe, porque no se pueden borrar 800 años de historia.
En la foto que observamos arriba como imagen destacada, se puede apreciar su centro neurálgico La Plaza Mayor, que alberga como queda dicho, El Corral de La Comedia. Pasear por sus soportales, bajo los balcones de madera corridos en galería, trasciende en los sentimientos.
Y uno se pregunta, que haría el Hidalgo Don Quijote, después de cabalgar los campos en busca de malandrines y rateros… ¿Se daría una vuelta por Almagro?
Porque han de saber todos, que el Quijote era natural de Castilla. Y es muy posible que cabalgase en Calatrava, recorriendo los llanos próximos a Almagro… para eso lo atestiguan los molinos de viento que no muy lejos, asemejan a gigantes que destrozan espinazos, o tiran por los suelos a caballero y caballo, si se arremete contra ellos.
Pues vayamos a ver si anda por allí…este es el video del viaje
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