Luarca🚤

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LUARCA Nombre propio, por derecho. Nada menos que capital del concejo de Valdés.

Ahora, en Los Mejores Viajes por España

Y madre portentosa, pues de sus hijos, nace el premio nobel de Fisiología y Medicina del año 1959 el ilustrísimo Severo Ochoa. Quien además de ese apreciadísimo galardón, posee un currículum que puede dejar sentado al más listo de los que ya ostentaron algún Nobel.

Del siglo pasado nada menos, y parece que fue ayer.

También se la conoce en aquel bello principado , como “la Villa Blanca de la Costa Verde”. Frase entera sin falta ninguna a la verdad, por cierto. Pues la costa asturiana puede presumir más que ninguna otra de colorearse en verde.

Un verde húmedo que alcanza de los prados asturianos, donde se deleitan los vacunos para abastecer de leche rica y pura, a millones de personas. Al mismo tiempo que nos dejan unos artesanos quesos, que también seducen el paladar de otros tantos.

Sentirse bañada por el Cantábrico, y a la vez partida en dos por un río, (rio Negro) debe ser un privilegio único. Sus siete puentes que la unen, como sutura bien separada, lo muestran con descaro, dándole un toque perfecto de importancia.

Populares suburbios marineros, que se llaman Cambaral o La Pescadería, flanqueando desde sendas lomas al rio Negro y tajante, son testigo y prueba de la grandeza heredada, de la que un día fue capital de Asturias. Allá por 1808, cuando España se quitaba el yugo de los Franceses.

Puerto que era de balleneros hasta el siglo XVIII, ahora de pescadores avezados, y sigue manteniendo su jerarquía en el occidente asturiano. Recogido y mimado, alberga unas cinco decenas de barcos, desde cuya proa se divisa la ciudad ansiada, cercana y calentita.

Y hace poco más de una década, la Organización para la Protección, Estudio y Conservación de las Especies Marinas, comienza su camino y funda Aula del Mar, donde niños o mayores pueden evocar a Julio Verne, y creerle, al ver los calamares  de 13 metros que se muestran en sus vitrinas.

Popularidad y trabajos que traspasan hoy nuestras fronteras. Seguro, que llegan hasta otros continentes.

Luarca tiene solera como decíamos al principio, por derecho propio. En el Cabo de Busto, inmerso en todo el paisaje distinguido que rodea el lugar, deja muestra cuando la mano del hombre le horada, que ya estuvieron allí hace 50.000 años.

Ni la más pretérita imaginación de aquellos pobladores, que de sus pasos saldría tanta magnanimidad junta. ¿Qué harían en aquél entonces, los antepasados de Severo Ochoa?

Es digno preguntarse de donde viene la humanidad, y en sitios como este se siente cuando se respira.

Es un lugar con un encanto muy especial, que incluso contagia a todos sus establecimientos, barrios o viviendas. Existen multitud de hoteles donde alojarse, que ofrecen sus extraordinarios productos para colocar su gastronomía en cotas muy altas. Y también los caldos para regar dichos manjares, donde –como no- tiene una especial relevancia la sidrería…Aunque distintas fuentes indican que la sidra proviene del hebreo cuyo significado atañe a “bebida embriagadora” a estas alturas tales aseveraciones carecen de relevancia, porque ya es conocida en el mundo entero, y en España, Asturias es su máximo baluarte.

Os animo a viajar a Luarca

 

 

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