El Puerto de Andratx…
El Puerto de Andratx…es de cine
Este pequeño puerto natural que descansa en un valle de la Sierra Tramuntana, Comunidad Uniprovincial Española Islas Baleares, abriendo su boca al mediterráneo, es de cine.
No exactamente, sacado de una película, pero si, que se debería tomar como testimonio de parajes que llevan al embrujo; de paisajes que traen a la imaginación paraísos de prodigio y magia. Justamente igual que en el séptimo arte.
Bien podría representar el lugar de ocio eterno, que ya, muchísimos visitantes de centro Europa y de otros numerosos países de todo el mundo, han elegido. De hecho, su población está formada por habitantes de varias a muy distintas lenguas. Español, catalán, mallorquín –nunca se puede despreciar como platican los nativos- inglés, italiano, alemán y algunos otros, son los idiomas que habla cualquier dependiente de bazar, o de barra y comedor de restaurantes u hoteles. Invariable.
Port d’Andratx está situado en la costa norte de Mallorca, envuelto por calas de cristalinos y salobres espejos. Cala Llamp, Cala Moragues o Cala d’Egos, y las magnánimas vista que ofrece Sa Mola, con la isla Dragonera muy cerca, y la tremenda inmensidad del mar al fondo, son regalos a la imaginación que no quedarán jamás en el olvido.
Su núcleo de población está tasado en unas 3000 almas. Que a uno le parecen pocas si se tiene en cuenta el movimiento que se respira por dondequiera, pero, en la realidad más absoluta, da al entorno un clima de sosiego y disfrute sin precedentes. Regocijo o deleite, como quieran, que pueda producir el cruzarse con alguna figura de las más conocidas en las pantallas del planeta, e incluso coincidir en restaurante o terraza de copas.
Sin complejos; con una sencillez que desborda, se envuelven ricos y famosos, operarios, camareros, tenderos, recepcionistas o directores de hotel, y todo el personal en sus horas de ocio, como en ningún otro sitio. Altas horas de la madrugada disponen el fin del jolgorio, para, a las ocho en punto de la mañana, vuelva a cobrar vida la normalidad y el desempeño de funciones. Cada uno a su lugar, y el día continúa. Inaudito; y sin embargo… ¡rigurosamente cierto!
¿Fiestas? Todos los días del año.
En este Puerto de Andratx, existen residencias fastuosas de Sa Mola, o cualquiera de las “casitas” que salpican laderas circundantes, abren sus puertas a estrellas del cine o del espectáculo, que deciden con exquisito gusto, pasar allí largas temporadas. A la vez que por defecto, dan al paraje una lámina de preciosismo de irrisorio parangón.
Sus calles que suben y bajan en muy cortos recorridos, nos dejan caminar por el mismísimo pueblo, sin renunciar nunca al olor de sal y –casi- oír saltar a los peces en la lonja, allá en el comienzo del paseo pegadito al líquido elemento. En el muelle, acaban de llegar los pesqueros con toda clase de ingredientes para una buena paella, o exquisita mariscada.
Los viandantes se paran a verlo, y sin entender una palabra de cómo se subastan las cajas de pescado, se apresuran a indagar la forma de hacerse con algunos. Típico, sin por ello desertar ninguna vez del placer que representa.
Tampoco desmerecer ni dejar atrás -en absoluto- la época en que florecen los almendros que pueblan el cercano monte. Teñir de un manto blanco asemejando copos de viene colgados de sus ramas, se comprometen en construir visiones espléndidas que dejan preñada la retina de una sensación inigualable.
Y cuenta este placentero rincón, con uno de los puertos deportivos mejor preparado de todas las Baleares. Unos 400 ó 500 amarres de embarcaciones deportivas y de recreo, inspiran aventura, riesgo y deleite, en el Club de Vela que se ubica hacia el lado del Faro.
Una grata, abundante y variada infraestructura de hoteles y restaurantes, garantiza sin medidas el cuidado que recibirá quien visite este bellísimo Port d’Andratx, rincón de cine…
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